Los altos del Cuerno, Redondo y Salterio - De Rodelar

Historia

Rodeado por las aguas del río Arandilla y de su afluente el Dor, de arroyos y fuentes, y escoltado por los cerros de encinas y alargadas choperas, se encuentra este plácido pueblo de Burgos, del partido judicial de Salas de los Infantes, que hace pocos años se unió al ayuntamiento de Huerta de Rey.

Desde la Prehistoria

El municipio posee una riqueza patrimonial e histórica muy importante. En los tres últimos milenios antes de Cristo, este amplio valle ya estuvo habitado. En el entorno de la ermita de la Antigua se descubren restos del Calcolítico, son los más antiguos conocidos en el municipio.

La Edad del Hierro II está bien representada en el conjunto de Los Castrillos-Alto del Cuerno. Este asentamiento de los celtíberos arévacos es parte de una historia larga y entrelazada con los conquistadores romanos. Sabemos que, al final del siglo IV a.C., esta gente vive explotando los recursos naturales (madera, arcilla, pastos, etc.) y los agrícolas (cereales y ganadería).

Paisaje de Quintanarraya - Foto de Pilar Gómez Peñalba
Paisaje de Quintanarraya – Foto de Pilar Gómez Peñalba

Su poblado, situado en la divisoria con la etnia de los vacceos, está fortificado. Al inicio del siglo III a.C. levantan una muralla de más de tres metros de anchura, con el frente de sillarejos. Esta construcción representa y protege el lugar donde radica el centro de poder de la élite guerrera del último poblado de la Celtiberia, hacia el oeste. Así la consideró Plinio el Viejo (HN III, 3(4), 26-27) que la denomina Celtiberiae finis.

En este oppidum se llegó a emitir moneda, denarios de plata, con el texto Klounioqum, que en caracteres celtibéricos es caracteres-celtiberos . Deducimos que el nombre del oppidum debió ser Klounioq, que latinizado en los textos clásicos deviene en Clunia, indígena.

En época romana

Tito Livio nos ha dejado la constancia de que esta plaza fortificada arévaca fue aliada de Sertorio, general romano enfrentado al senado y es el lugar que escoge para refugio de invierno en el año 75 a. C. (Livio Perioch. 92).

Esta plaza indígena es sitiada por su perseguidor Pompeyo, que ante las salidas de los de Sertorio, la rudeza del otoño y carestía de víveres, abandona y lleva su ejército hacia Pompaelo. Algunos historiares sostienen que tras el asesinato de Sertorio en Osca (72 a.C.) se supone que la plaza fue sometida, pero aún no está arqueológicamente demostrado.

Quinto Metelo Nepote, en el 56 a.C., tras vencer a los vacceos, vuelve las tropas hacia Klounioq y la asedia, pero se ve forzado a abandonar el cerco ante la inminente llegada de un reconstituido ejército vacceo. Se sostiene que en el 54 a.C., Afranio, a las órdenes de Pompeyo, somete a Klounioq, pero no tenemos constancia arqueológica. Aún no está claro en qué momento Klounioq dejó de ser una población activa de los arévacos.

Campo de girasoles - Foto de Pilar Gómez Peñalb
Campo de girasoles – Foto de Pilar Gómez Peñalba

Es interesante e importante que su nombre arévaco Klounioq se trasladase a la nueva ciudad en el término de Peñalba de Castro que, bajo cultura y sociedad romana, lo latiniza en Clunia. En su evolución se convertiría en el Conventus Iuridicus y después en Colonia Clunia Sulpicia, asentada en el Alto de Castro, a menos de dos kilómetros del oppidum original. Clunia es un gran centro de poder, lo que hizo que hubiera otros lugares en su derredor colonizados por villas, vicus o granjas.

En el actual municipio, la villa alto imperial-tardo romana de Cantoblanco es uno de los hitos relevantes de esa ocupación del espacio productivo. La vía que de Caleruega pasa cerca de la esta villa cruza el río Arandilla perdiéndose al llegar al núcleo de Quintanarraya, en dirección a Hinojar. Por último, aunque no agotamos la nómina del patrimonio, es de citar el conocido puente Canto, apodado romano, aunque es altomedieval. Sus dos ojos salvan el río Dor en el camino que lleva a Coruña del Conde.

Baja Edad Media

Según consta en los cartularios medievales llevó el nombre de Quintana Anaya. El actual deriva evidentemente de la fusión fonético-popular de ambas palabras. La resultante pasó a través de los siglos por asimilaciones, disimilaciones entre n y r y por caprichosas metátesis. Tal vez la fusión no fuera sólo de voces sino también de dos núcleos de población.

Se llamaría Quintana (caserío o cortijo) del personaje al que el rey o el Señor le atribuye su explotación, en este caso a Anaia/Annaya. Los infanzones de Espeja (a siete kilómetros al norte), en el año 1030, requisaron hombres y caballos para la guerra, sin autorización del conde Sancho García, de entre otros diversos pueblos en dirección sur, también de Anaya Didaz. El primitivo pueblo ocuparía el entorno de la Fuente y la Hormaza. Por aquí cruzaba una calzada romana, la cual, saliendo por Villaquemada, llegaría hasta Arganza.

Ermita de Santa María - Foto de Tomás Tapia
Ermita de Santa María – Foto de Tomás Tapia

El término municipal, de unas 2.345 hectáreas, se ha ido formando con los añadidos de las tierras de otros núcleos que han desaparecido. Cabe citar el primero Las Cortas, el último en sumarse a principios del siglo XX; Fernales o Hernales, en el lugar que hoy se denomina popularmente Arrenales y, especialmente, los terrenos de Cuv/billas de San Pedro, al sur de La Dehesa, sobre La Lomilla. Este núcleo era del monasterio de San Pedro de Cuvillas, sito en el camino de Hinojar a unos 300 metros de El Corcho. Pueblo y monasterio fueron otorgados por el rey Alfonso VI a la abadía benedictina de San Sebastián de Silos, en 1073.

Al desaparecer la aldea y el convento, de los que hoy sólo quedan restos, sus tierras que comprendían los históricos cerros de Los Castrillos: El Cuerno, Salterio, Redondo con Valdesampedro, pasaron a integrarse en los municipios de Hinojar del Rey y Quintanarraya. Son los cerros en los que los arqueólogos han certificado la ocupación de la Edad del Hierro II. La cerámica celtibérica y las murallas señalan donde estuvo asentada Klounioq, la primitiva Clunia indígena. En repetidas ocasiones los furtivos violadores de nuestro patrimonio histórico han cavado y profanado este singular yacimiento arqueológico.

Alta Edad Media

En el siglo XII Rodrigo Gustios tenía su divisa en Quintana Anaya. Pertenece sin duda a la famosa saga de los Gustios, que aparece en el Poema de Fernán González y Los siete Infantes de Lara.

En el XIV, es principalmente la familia de los Martínez de Leiva quienes reciben los gabelas de estas tierras. De 1.476 se conserva, en el concejo de Quintanarraya, un interesante manuscrito de piel de corzo, que mandó escribir el primer conde de Coruña, Lorenzo Suárez de Figueroa y Mendoza (1), tercer hijo del Marqués de Santillana, don Iñigo López de Mendoza. Por él delega en unos árbitros, a cuyo dictamen se somete, para que determinen en su nombre la valoración, arrendamiento o compra de sus bienes en el pueblo, por solicitud del concejo de Quintanalaya (2).

Las posesiones que cita son una torre con huerta y árboles, tres molinos con sus casas, tierras, prados, pastos, etc. En el templo parroquial, dedicado a San Pedro Apóstol, se conserva una lápida sepulcral de Francisco de Santillana, canónigo de Sevilla, que murió los primeros años del siglo XVI. La fiesta del titular, la Cátedra de San Pedro en Antioquía, se celebra el 22 de febrero.

Cerradura en la puerta de un corral -Foto de Tomás Tapia
Cerradura en la puerta de un corral -Foto de Tomás Tapia

Aunque se ha encontrado, en torno al templo, algún indicio visigótico, nada puede decirse de tal tramo histórico. El actual templo, neoclásico, está levantado sobre otro románico del que únicamente se conserva una pequeña portada, pila de bautizar y la imagen de la Virgen del Rosario. Data del año 1702. Merece destacarse su esbelto retablo dorado de 1775. Fue costeado por la parroquia misma, cuyos ingresos y gastos gestionaba una Junta y supervisados por el obispado de Osma, al que entonces pertenecía. Posee además dos ermitas: Santa María en Vastrelobos y San Roque en el cementerio.

Edad Moderna

Una escuela, con un puñado de niños, mantiene el recuerdo de aquellas dos que se llenaban por los años de 1940-1950, cuando el pueblo llegó a su cenit de población. Sobrepasaba entonces el centenar de vecinos.

Como en toda Castilla y León, en los años veinte del pasado siglo, Quintanarraya sufrió una gran emigración, principalmente hacia Argentina. En la década de los cincuenta fue hacia la República Dominicana y siempre, hacia las grandes ciudades de España, sobre todo a Barcelona, Madrid y Bilbao.

En la actualidad, podemos decir que la agricultura y la cría de ganado en granjas sostienen el reducido número de habitantes que sobreviven.

Basado en un texto original de José Hernando Pérez


(1) LAYNA SERRANO, F., Historia de Guadalajara y sus Mendozas en los siglos XV y XVI, 4 vols., Guadalajara, 1993-1996, p. 158.
(2) Archivo General de Simancas, RGS,LEG,149612,232